
Los conflictos en nuestro país, no son nada ajenos, sobretodo a los vinculados con empresas poderosas o multinacionales millonarias que mueven el mercado y capital a su gusto. De ese modo, la crisis de comunicación se encuentra latente. Un caso realmente que sirve de muy buen ejemplo es el de la empresa Lucchetti Perú S.A. Una empresa de capital chileno administrada por personas del mismo país perteneciente al rubro de fideos.
En el año 2000, Lucchetti fue acusada por el Congreso de la República por haber donado $13,000 al partido político de Alberto Fujimori. Posteriormente, (2001) el congreso, también sacó a relucir la relación que existía entre el ejecutivo principal de Lucchetti y Vladimiro Montesinos, lo cual significó la apertura de un proceso judicial, donde se le acusaba al jefe máximo de Lucchetti por “tráfico de influencias”. Ese suceso resultó ser una noticia albergada y proyectada por los medios de comunicación, quienes fueron los principales protagonistas en transmitir el “vladivideo” del acontecimiento entre Montesinos y Gonzalo Menéndez.
Es así como la empresa chilena de fideos atravesó una crisis de comunicación que la perjudicó sustancialmente, se caracterizó por ser una crisis de honorabilidad, al probarse el desvío de dinero ilegal. Sin duda resultó ser un gran problema para la empresa, la cual no tuvo ningún colchón que la proteja ni la agilidad de anticiparse a la situación en perjuicio de su imagen.

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